La Subdirección General de Residuos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA) ha despejado las sombras de incertidumbre que venían acechando al sector de la posventa, al corroborar que los talleres no tienen que pagar por la retirada del aceite usado.
De esta forma, con la ley en la mano -concretamente el RD 679/2006 y la Ley 22/2011 que rigen la correcta gestión de aceites industriales- el Ministerio de Medio Ambiente considera que son los fabricantes de lubricantes los que están obligados a hacerse cargo no sólo de la retirada, sino también de la financiación de dicha gestión.
Concretamente, y aunque matiza en su contestación que la interpretación de la norma corresponde a los tribunales, coincide con Ganvam (Asociación Nacional de Vendedores de Vehículos a Motor, Reparación y Recambios) en que es obligación de los fabricantes de aceite, ya sea por sí mismos o por medio de Sistemas Integrados de Gestión como es el caso de Sigaus, poner a disposición de los talleres un gestor que garantice la recogida del aceite industrial usado y asegure su tratamiento de acuerdo a las normas medioambientales.
¿Cómo es el proceso de gestión del aceite usado?
El proceso de gestión del aceite usado comienza con la recogida en los talleres y en las instalaciones industriales, donde debe ser almacenado y etiquetado conforme a la normativa medioambiental vigente. Haciendo efectivo el principio de universalidad del servicio, un sistema integrado de gestión asegura la recogida en todo el territorio nacional, de manera que cualquier establecimiento donde se genere el aceite usado tiene garantizada su recogida a través de la red de gestores autorizados que trabajan en el marco de este sistema integrado de gestión.
Una vez retirado, es enviado a centros de almacenamiento temporal o de transferencia en los que se realizan los análisis necesarios para determinar su composición, la posible contaminación con otras sustancias y su óptimo destino final. Respecto a la gestión final, actualmente existen dos opciones: la regeneración y la valorización energética.
El primer proceso permite la obtención de aceites base para nuevos lubricantes. El segundo es un tratamiento que permite descontaminar el aceite usado para fabricar combustible. En ambos casos se asegura que el aceite usado no impacte sobre el medio ambiente, sino que sea aprovechado en nuevos procesos productivos, sustituyendo a otras fuentes de energía o materias primas. La norma establece actualmente que el cliente del taller, al adquirir aceite nuevo, abone una “ecotasa” o “canon” de 0,6 euros/litro para la futura gestión del aceite usado.